Bretton Woods siglo XXI

En la reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, el primer ministro británico Gordon Brown dijo que «hay que construir un nuevo Bretton Woods, una nueva estructura financiera para el futuro» como respuesta a la actual crisis financiera.

Los Acuerdos de Bretton Woods son las resoluciones de la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, realizada en el complejo hotelero de Bretton Woods, (Nueva Hampshire), entre el 1 y el 22 de julio de 1944, donde se establecieron las reglas para las relaciones comerciales y financieras entre los países más industrializados del mundo. En él se decidió la creación del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional y el uso del dólar como moneda internacional. Esas organizaciones se volvieron operacionales en 1946. Bretton Woods funcionó como fue propuesto originalmente desde la finalización de la segunda guerra mundial hasta que Estados Unidos rompió unilateralmente parte del acuerdo en 1971.

El motivo para la re-edición de una reunión similar en estos momentos que pareciera que el capitalismo (tal como lo entendemos hoy en día) se auto-destruye, es conseguir establecer los principios generales de funcionamiento de una economía financiera tan global como la actual y donde las regulaciones locales, e incluso supranacionales en el caso de la Unión Europea, se demuestran poco efectivas o muy complejas de aunar en una acción global.

Sin embargo hay una gran diferencia muy importante respecto a los años 40. Los EE. UU. surgieron de la Segunda Guerra Mundial como la economía más fuerte del mundo, viviendo un rápido crecimiento industrial y una fuerte acumulación de capital. No habían sufrido las destrucciones de la guerra, tenían una industria manufacturera poderosa y se enriquecieron vendiendo armas y prestando dinero a los otros combatientes. En resumen, era una nación a la que todos debían dinero y además estaba en plenitud de facultades, mientras que ahora se puede decir que esta debe dinero a todos, y además está sufriendo una gran crisis financiera e inmobiliaria.

De celebrarse la reunión finalmente, podría ser precisamente la actual super-potencia mundial la primera en sabotear cualquier posibilidad de acuerdos, considerando que bajo la actual coyuntura económica en la cual los EE.UU. está en bajo perfil, muchas cosas podrían cambiar, entre ellas:

1. Continuidad del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Está claro que muchos países que han tenido que ceder a las exigencias del FMI y que han visto estas instituciones como herramientas de la política exterior norteamericana presionarán fuertemente para su desaparición o reformulación. No olvidemos que el presidente del Banco Mundial siempre es un norteamericano y el Director Gerente del FMI un europeo, lo que evidentemente ha generado mucha tensión en el entorno global actual.

2. Divisas. Actualmente las divisas fluctúan libremente unas contra otras respaldadas básicamente por las reservas de sus bancos centrales y la propia economía. No hay limitación de cuánta moneda puede ponerse en circulación ya que no están obligadas a seguir un patrón (como fue el patrón oro hasta 1971). No es descabellado pensar que se plantee una solución al problema que supone el dolar, una divisa que todos los países del mundo se ven forzados a tener en reserva pero cuya «impresora» está en manos de Estados Unidos (actualmente con dos guerras y una crisis inmobiliaria y otra financiera en curso).

3. Regulación global de las entidades financieras. Este es un punto complejo ya que cada país o bloque tiene su propia normativa pero hay una cosa que está clara, si tal y como sugiere George Soros se hubiera prohibido el mercado OTC (over the counter) y obligado a todos los actores del sector financiero (bancos, aseguradoras, fondos hedge, etc.) a operar a través de mercados regulados en los que se depositaran garantías y se llevara un control de las posiciones y de la exposición de cada participante no estaríamos en esta situación. Parece que nos adentramos en una era en la que la ultra-regulación eliminará cualquier opción a la innovación financiera pero en realidad el problema no ha sido la innovación, ha sido operar con dinero que no se tenía.

La reunión, de celebrarse y cerrarse con éxito (algo se acordará, lo importante es que no sea sólo un maquillaje para luego dejar el sistema casi tal como está hoy), determinaría los bloques geo-políticos y financieros de las próximas décadas. No se conseguirán acuerdos en todos los aspectos, pero el que debería tener más puntos de conseguirlo sería el de obligar a operar en mercado regulado.

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